Hay un concepto que he traído en la mente las últimas semanas: la desconexión moral.

Para contextualizarlo hablemos de la teoría de la desconexión moral de Albert Bandura, quien explica cómo las personas pueden realizar acciones que contradicen sus valores morales sin experimentar un gran malestar emocional.

A través de la socialización, las personas internalizamos normas y valores morales que guían nuestro comportamiento. Sin embargo, cuando las acciones entran en conflicto con estos valores, pueden surgir mecanismos de desconexión moral que justifican y separan estas acciones de la autoimagen moral de la persona.

Este proceso gradual protege el autoconcepto y evita la activación de la autorregulación moral. La teoría destaca la influencia de factores ambientales y personales en la conducta moral y se aplica a una amplia gama de situaciones, desde acciones cotidianas hasta comportamientos extremos como los crímenes de guerra.

Hace semanas que pienso que en México hemos entrado a una etapa de desconexión moral impulsada por el gobierno, no con la intención de hacerlo, de hecho me parece que lo hace para no reconocer sus fracasos y sin la consciencia de lo que están provocando y las consecuencias de esto.

Si un individuo con desconexión moral puede ser “peligroso” para la sociedad porque no tiene límites ¿qué pasa si es el gobierno el que ha caído en la trampa de la desconexión moral para justificar sus fracasos?

¿Qué lo para si parte de la sociedad le aplaude sin cesar haga lo que haga? Nada, ya no hay límites para ese gobierno.

México ha tenido una historia larga de casos de abuso del poder, corrupción, nepotismo, etc., etc., etc. Sin embargo lo que ha cambiado es que la sociedad no aplaudía ni justificaba todo esto. Al contrario, la sociedad señalaba, criticaba y en la medida de lo posible: castigaba.

Hoy con las redes sociales, el régimen ha encontrado la manera de posicionar voces ficticias, paleros a sueldo que fungen como parte de la sociedad y han roto este proceso de crítica al gobierno hasta llevarlo a la desconexión moral.

Este sexenio está por terminar y hemos aprendido a lidiar las justificaciones de cosas como una militarización que fue fuertemente señalada por la sociedad civil en sexenios anteriores y ahora esta desconexión moral la ha permitido.

Pero no se inició ahí, fue un proceso. Ahora con la continuidad de este régimen, el inicio es muy diferente, la desconexión moral ya no necesita en muchos casos ni siquiera una justificación.

El segundo piso… no se ve bien.