“Imagínense, un refresco embotellado para un chilate, para un pozol. La fuerza, la energía, lo que significa como alimento energético un pozol de maíz y cacao, chorote, cuesta muchísimo menos que un refresco industrial y muchísimo menos que una caguama”. AMLO

Hace unos días, durante la conferencia mañanera, Andrés anunció que se realizará una campaña para mejorar la calidad de la nutrición. Y no solo eso, hizo énfasis en la importancia no solo de la nutrición sino de la economía:

“Por eso no es nada más un asunto de salud, es un asunto también de economía ¿sí?, de economía. De eso vamos a hablar, porque no es posible que se gaste en alimentos que no necesariamente nos ayudan y que son caros y nos afectan o nos pueden afectar; pero no es sólo la cuestión de salud, es también la cuestión económica”

Y tiene mucha razón, el pasado mes de enero durante el seminario “Sobrepeso, Obesidad y Diabetes” que se realizó en la Ciudad de México y en donde participaron representantes de la UNICEF, la OCDE y el gobierno de México se hizo un llamado a atender el problema de sobrepeso y obesidad en México. El representante de la OCDE calificó de alarmante el problema y habló de cifras económicas:

“existe una reducción del PIB en México del 5.3% a causa de la obesidad, en comparación con el resto de sus países miembros que pierden un 3.3%.”

(El porcentaje de reducción del 5.3% del PIB equivale a $1.3 billones de pesos)

Pero ¿es el único y más importante problema de nutrición en México? No es el único aunque tal vez sí el más alarmante; depende de las prioridades. Vamos a ver:

según datos de UNICEF 1 de cada 8 niños y niñas menores de 5 años presentan una talla baja (moderada o severa) para su edad, causada por desnutrición; siendo mucho más elevado el porcentaje en zonas rurales que urbanas.

Por eso fue que la estrategia del Programa Progresa en gobiernos anteriores, dedicó una parte de su presupuesto a la nutrición y se enfocó en los problemas de los más pobres.

La estrategia se concentraba en cuatro objetivos: prevención de la desnutrición y anemia en niños menores de dos años; atención de la anemia en niños de dos a cuatro años de edad; promoción de la lactancia materna; y disminución del riesgo de obesidad/ desnutrición en mujeres embarazadas.

Para 2017 se tenían en control nutricional a cerca de 230,000 mujeres embarazadas/ en lactancia, y a un millón de niños menores de cinco años. Diferentes estudios documentaron un impacto positivo de las acciones de Progresa en indicadores nutricionales como talla, peso y anemia en niños y mujeres embarazadas.

Progresa no era un programa perfecto, pero durante 20 años se estudió, modificó y adaptó gracias a la información que se fue obteniendo. En el último informe que se hizo se presentaron recomendaciones sobre el problema de sobrepeso y obesidad. No se habían considerado porque Progresa estaba dirigido a la población más vulnerable, en donde el problema de desnutrición es mayor que el de obesidad. Y aquí me voy a regresar a la pregunta que hice más arriba ¿es el sobrepeso/ obesidad el principal problema de nutrición en México? Por el volumen y el costo puede serlo, pero no es el que afecta a las personas más pobres. Así que si el objetivo del gobierno es atender primero a los que menos tienen para poder abrir oportunidades, definitivamente no lo es. En México, todavía, mueren niños por falta de alimentación. Pero sobre todo, hay problemas de peso y talla en los niños de comunidades rurales que, con el tiempo, se traduce en bajo desempeño en los niveles de desarrollo cognitivo (comparados con las normas internacionales) con lo que se puede ver limitado su futuro.

Hoy estos pequeñitos que recibían leche desarrollada específicamente para sus carencias nutricionales (Nutrisano) y sus familias que recibían apoyos económicos y talleres no los tienen más, la prioridad de este gobierno son los problemas de nutrición de las personas que sí tienen para comprarse “una caguama” y que implican un gasto extra al gobierno. Claramente ese gasto extra en épocas de austeridad republicana es más importante que la alimentación y el desarrollo de los que menos tienen.

Lo más triste es que los conocimientos de 20 años se tiraron a la basura. Hoy ya no podremos saber qué pasa con estos niños que monitoreaba el programa Prospera y en unos años estaremos pidiéndole al tiempo que vuelva para evitar estos errores que, sin duda, retrasarán un camino que se había recorrido por 20 años.