El día de ayer salieron algunas encuestas que muestran lo que podría ser una tendencia negativa en la aprobación de Andrés. Pero si vemos los datos duros de economía, de seguridad y algunos hechos que se han expuesto a la opinión pública, parece casi increíble todo lo que se le ha tolerado a este gobierno.

Se habla mucho del bono democrático, la luna de miel y hasta del hartazgo de los gobiernos anteriores como atenuantes del impacto de la realidad en la popularidad de un líder que se vendió como diferente. Lo cierto es que los números de Andrés vs. los resultados, son realmente impresionantes. Pareciera que tiene un escudo protector que repele la mayor parte de las críticas. Una especie de inmunidad a los malos resultados y las cifras.

Una parte de la sociedad está -o estamos- empeñados en mostrar datos duros, para que la otra parte pueda “ver” que el camino no es el correcto. Mientras, la otra parte insiste en que “todo estará bien”: lo repiten casi como mantra e ignoran cualquier dato duro.

¿Qué hay detrás de este apoyo casi incondicional?

Muchos hemos hablado de una especie de fanatismo entre los seguidores de Andrés. Sí, algo hay de eso, pero ¿cómo se volvieron incondicionales de una persona? ¿de un político en un país en donde los políticos representan el último escalón de las cualidades positivas de los seres humanos?

Bueno, me encontré un tema que ha sido mencionado solo como adjetivo o superficialmente: hablo de la victimización.

Victimización: la receta "secreta" de la 4T

el resentimiento

Al buscar información seria sobre el tema me he encontrado varios artículos muy interesantes que nos pueden cambiar la perspectiva sobre la cual hemos juzgado el fenómeno 4T. Y probablemente lo primero que debemos comprender es qué origina la victimización: el resentimiento.

“En opinión de Nietzsche, el resentimiento es una cuestión cultural / generalizable. Es un fenómeno psicológico: los resentidos ya no son actores per se; más bien, se definen pasivamente por su victimización. Se activan solo por su odio a sus presuntos opresores. Su odio es una marca de su bondad moral.” Robert B. Horwitz

Cuando un individuo o un grupo de individuos se siente agraviado, será común que tengan un sentimiento negativo y busquen justicia.

Pero sucede algo con las víctimas, al asumirse como tal, adquieren una especie de autoridad moral. ¿Qué pasa cuando estas víctimas actúan como grupo y no como individuo? ¿qué pasa cuando este grupo de víctimas le transfieren su papel de víctima a un líder?. Exacto: le dan una autoridad moral que lo vuelve intocable, casi indestructible.

“Al reclamar el estado de víctima y al asignar toda la culpa a los demás, una persona puede lograr la superioridad moral y al mismo tiempo desconocer cualquier responsabilidad por el comportamiento de uno y su resultado. Las víctimas “simplemente” buscan justicia y equidad. Si se vuelven violentos, es solo como último recurso, en defensa propia. La postura de la víctima es poderosa. La víctima siempre es moralmente correcta, ni responsable, ni culpable, y siempre tiene derecho a la simpatía.”

Zur Ofer

Moralmente derrotados

Ahora toma sentido la frase “moralmente derrotados”. Al ser la victimización el eje central de un gobierno, tiene la misma autoridad moral que cualquiera de las víctimas que le transfirió este papel, digamos, en su “representación”. ¿Quién se atreve a cuestionar a una mujer que ha sido víctima de violación? ¿quién se atreve a cuestionar a los millones de pobres de este país? ¿quién les pediría resultados o les hablaría del PIB? Nadie. Por eso, la victimización se ha convertido en un actor político. Encontraron la forma de darle una especie de inmunidad a los gobiernos, primero para ganar elecciones, pero también para poder moverse con más comodidad y sin tener que dar cuentas, por lo menos por un tiempo.

“La víctima es ahora un medio fundamental por el cual las personas y los grupos se ven a sí mismos y se constituyen como actores políticos. De hecho, la victimización parece haberse convertido en un estado que debe establecerse antes de que se puedan presentar reclamos políticos.”

Robert B. Horwitz

Un ciclo sin fin

No es un fenómeno nuevo, de hecho, Robert B. Horwitz en su artículo “Politics as Victimhood, Victimhood as Politics” habla de la victimización como actor político en Estados Unidos desde los años 60. No me voy a detener mucho en el tema porque nuestros vecinos lo han vivido desde sus problemáticas y no todas aplican en México. Lo que sí voy a hacer es una reflexión sobre lo que parece, según el autor, que sucederá una vez que se ha caído en este fenómeno de la victimización. Al tener el poder, la víctima (gobierno), poco a poco va dejando este rol para tomar el de victimario. Comenzará a generar sus propias víctimas quienes formarán una fuerza política que en algún momento tomarán la estafeta del poder y el ciclo se repetirá una y otra vez.

¿Aplica en México? No lo sé, pero solo con ver cómo han impulsado a Calderón con sus ataques continuos o a las mujeres con su falta de repuesta y sensibilidad, puedo decir que es probable que en México suceda esto.

Victimización: la receta “secreta” de la 4T

La 4T supo muy bien tomar las injusticias y abusos de gobiernos anteriores, hacerlos suyos y darle una cara a las víctimas. Eso le dio al gobierno, pero sobre todo a Andrés un teflón contra los ataques, una autoridad de moral incuestionable. Cada ciudadano que se ha sentido víctima, lo siente parte de él y piensa que su resentimiento encontrará, por fin, justicia y equidad. Por eso lo defienden como si una parte de ellos cohabitara dentro de Andrés. De hecho, así lo viven. Cada uno de los ciudadanos que se siente agraviado y depositó ese sentimiento en Andrés, recibe las críticas como si estuviéramos cuestionando a la mujer violentada, al niño sin zapatos, al México que no es Andrés, pero que le dio una cara. Toda crítica en este contexto es intolerable y obliga a defenderlo como un verdadero fanático.

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