El pensador italiano y profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Bérgamo Daniele Giglioli, ha participado en diferentes foros con un tema que resulta muy interesante en este momento: ¿Es la víctima el héroe de nuestro tiempo?.

“Sí, ser víctima tiene privilegios: otorga prestigio, identidad, derechos, exige escucha, promete reconocimiento.” Contesta Giglioli a su propio planteamiento y deja claro que la mayor ventaja de ser una víctima es que carece de responsabilidades: no tiene que justificar sus acciones, es inocente.

En su ensayo “Crítica de la víctima” analiza el tema desde el punto de vista político:

“Este es el sueño de cualquier poder: no tener que responder por sus acciones”

Giglioli habla del líder populista como víctima:

“El líder que se comporta como víctima propone a sus gregarios un pacto afectivo implícito (…), una identificación mediante la potente palanca del resentimiento”.

En un país como México en donde hay tantos problemas y desigualdades las víctimas son muchísimas: niños, jóvenes, ancianos, mujeres, excluidos que han sufrido violencia. ¿De parte del poder?  No necesariamente: la violencia puede ser ejercida por individuos, pandillas, narcotraficantes, bandas criminales, muchedumbres (linchamientos), policías y/o autoridades militares, movimientos políticos y movimientos étnico-religiosos.

Pero en un discurso de propaganda política es necesario simplificar para conectar, crear un enemigo simplemente identificable. Por eso las víctimas de nuestro país han caído en la tentación de adoptar a un solo culpable de todos sus problemas: el PRIAN. Este término que hoy abarca no solo a los partidos políticos que lo forman, sino a cualquiera que se le oponga al gobierno, a Andrés: a la víctima.

En este panorama tan complejo se ha planteado una solución que resulta cuestionable: “saquemos a Morena” del gobierno. Hoy dejo estas preguntas al aire: ¿qué va a pasar con las víctimas que han sentido identificación con un líder que no es (para ellos) más que una víctima como ellos? ¿Qué va a pasar cuando sientan que una vez más son desplazados, silenciados, menos preciados? ¿Qué va a pasar con ese resentimiento?

“la ideología de la víctima ha llegado para quedarse durante un largo tiempo y lo mejor que podemos desear por las víctimas es que dejen de ser víctimas”

Quiero ir más allá del deseo de Giglioli, dejando abierta la reflexión sobre el qué podemos hacer todos como sociedad para que las víctimas dejen de ser víctimas y esta ideología se termine de manera definitiva y no solamente siendo expulsada en las urnas dejando tal vez más resentimiento.