El ser humano por naturaleza es aspiracional. Podemos encontrar millones de ejemplos de marcas que venden básicamente estatus y se embolsan millones y millones de dólares al año.

Por eso cuando analizamos un poco a AMLO a muchos les hace corto circuito que tenga tanto apoyo.

Se puede decir que un adulto de más de 60 años que nunca ha tenido un empleo formal fuera de la política y que aún en la política no tuvo una carrera de puestos en donde creciera por méritos: no es un modelo aspiracional a seguir. Un hombre que nunca fue el político que representó como diputado o senador a su estado, no fue secretario, ni diplomático, no fue el burócrata que tenía que cumplir con horarios. No fue un buen estudiante, menos pensar en una persona que constantemente se preparaba.

Andrés es solo un político de mitines y protestas. El eterno candidato que sabe pararse en un estrado pero al que la logística del mismo le es totalmente ajena. No era él el que se encargaba de la organización, del pago a proveedores, etc. Él solo llegaba a los mítines a hablar cuando ya todo estaba listo para recibirlo y al finalizar el evento se iba. Nunca se quedaba a recoger sillas o barrer el piso, como sus equipos. Andrés siempre ha sido parte de una élite política que viven toda su vida adulta del erario sin mayor mérito que sus palabras llenas de críticas a los otros y promesas que ahora sabemos no tienen sustento en los actos. El mérito de Andrés siempre ha sido encontrar las heridas del pueblo para venderse como la medicina.

Tradicionalmente los niños admiran al policía, al doctor, al astronauta o algún artista, por poner ejemplos. Los adultos tendemos a admirar a personas exitosas: un escritor, un deportista, algún empresario, pero difícilmente (en México) se admira(ba) a un político y menos a uno que básicamente dedicó su vida adulta a hacer campaña o a protestar.

¿Entonces porqué admirarlo? ¿Porque aspirar a ser como él?

Porque llegar a la presidencia antes era un privilegio de “las élites” de esos terribles personajes con doctorados en el extranjero. Si algún pecado cometieron los neoliberales fue tener tanta preparación que convirtieron el sueño presidencial en un sueño de muy pocos.

Andrés ha abierto la puerta a que casi cualquiera pueda llegar a ocupar esa silla.

Como el popular cuento de la Cenicienta, Andrés nos demostró que el príncipe se puede fijar en una hermosa dama que no tenga títulos ni dinero.

Por algo las versiones telenovelescas de la Cenicienta como las Marías de Thalía fueron tan populares. Porque son aspiraciones llevadas al pueblo. María la del Barrio es la María del pueblo bueno. Es Andrés y sus materias reprobadas, su escasa experiencia en gobernar, llegando a Palacio Nacional.

Hay un gran mérito en haber logrado convertirse en la Cenicienta de un pueblo harto, pero no es necesariamente un sentimiento noble. Me explico: en mi paso por twitter he recibido respuestas que podrían sonar inverosímiles, es kafkiano defender la moral y darse golpes de pecho, a la vez que se justifica un acto de corrupción con un: “los otros robaban más”.

¿Perdón? ¿Eso justifica que se haga ahora? Con el paso de los meses, hemos visto cómo se ha exhibido a muchos funcionarios de la 4T con varias propiedades, empresas y el colmo: recibiendo “aportaciones”. Se ha cuestionado a los propios hijos de Andrés por su repentinos negocios que podrían sonar imposibles para tres hombres que tampoco han trabajado formalmente mucho o nada, básicamente también se han dedicado a hacer campaña con su papá.

Pero pareciera que nada de eso, ni siquiera un video del hermano de Andrés recibiendo dinero en efectivo merma significativamente la popularidad de Andrés entre sus bases.

¿Cuál es la lógica? en los últimos días me lo han aclarado algunos defensores del gobierno: “los otros robaban más”. “Aunque robe lo vamos a seguir apoyando” y cosas así he leído.  Entonces no es en realidad la lucha contra la corrupción o el hartazgo de los gobiernos anteriores lo que los movió ni lo que los motiva.

Con su defensa están haciendo parecer que es justo al revés: que el hermano del presidente reciba dinero en efectivo es síntoma de que ahora pueden recibir dinero ilegalmente o podrán robar lo que antes no.

En medio de este pensamiento, hay una verdad que sólo muy pocos podrían aceptar: una parte de los votantes de Andrés cree que es la esperanza de muchos. Llegar a puestos de gobierno y servirse con la cuchara grande. Ya se asoman algunos casos como el férreo defensor del gobierno y parte de Morena: Gibrán. Que se llena la boca con defensas sobre el pueblo y según cuenta otro defensor de la 4T ha abusado de su posición con gastos exagerados con cargo al erario. Justo como los anteriores.

El sueño del humanista, del hombre íntegro es un gran cuento que él les ha vendido y que muchos se lo compran, no porque le crean, porque el fin de la corrupción para los que llegaron se está convirtiendo en los hechos en un permiso para robar.

Pero como la Cenicienta, se lo merece porque (en el cuento de Disney y de Andrés) sus hermanastras y su madrastra maligna la habían despojado de sus bienes. El permiso para robar se basa en una idea romántica que les han vendido, que las élites les quitaron lo suyo y no tienen que esforzarse para recuperarlo: lo pueden robar si es necesario. ¿Por qué una idea romántica? Porque solo han sido unos cuantos y es digno de un cuento pensar que los gobernantes anteriores se robaron lo suficiente para que todos los pobres de México vivan el resto de sus vidas bien y sin necesidad de trabajar.

Lo que se han robado ha sido de todos nosotros  y ha impedido mejores servicios e infraestructura como hospitales o carreteras. Pero cualquiera que conozca el presupuesto de ingresos y egresos sabe que las cuentas no dan para mantener a la población sin que trabaje y menos para llevarlos a vivir a una mansión o palacio, como en los cuentos.

No, no hay cuentos aquí y que se termine o disminuya la corrupción algún día no implicará per se que las personas puedan recibir apoyos suficientes para jubilarse a los 18 años. No hay manera de convertir a todos de un día para otro en empresarios exitosos, eso solo pasa con los hijos de Andrés, porque les guste o no, siempre han sido élite política y están gobernando para sus intereses otra vez.