Un escueto cartel en el Café de París anunciaba que el 28 de diciembre de 1895 en la capital francesa sucedería algo que nadie se imaginaba la importancia que tendría con los años. “Cinematógrafo Lumière. Entrada 1 franco. L’Arrivée d’un Train en Gare de La Ciotat”. (La llegada del tren a la estación).

Fue en realidad hasta el 25 de enero de 1896 que sucedió: se proyectó en la pared del café parisino el arribo de un tren a la estación, y 40 personas pudieron observar la primera secuencia de imágenes que generaba la percepción de movimiento de un objeto en una pared.

A este evento, que los que saben lo llaman el inicio del cine, lo acompaña una historia que nadie sabe de dónde salió. Se cuenta que los presentes huyeron en el momento en el que el tren apareció en la pantalla, aterrorizados, porque pensaron que en realidad un tren estaba llegando al café.

¿Qué tan verídica es la narración?

Nadie lo sabe y ésta podría ser catalogada como una leyenda urbana. No se cuenta con el sustento para afirmar que sucedió y hay quien asegura que el rumor se generó en las mismas fechas en que se proyectó la “película”. La finalidad: atraer a los curiosos. Y lo lograron, pronto la sala de proyección era pequeña para la gran cantidad de personas que querían ver si en realidad la película era tan impresionante como para salir corriendo.

Así funciona muchas veces la publicidad y la propaganda. Se genera una percepción de algo, sin importar si es cierto o falso, para mover a una acción.

Claro que lograrlo no es tan sencillo. Para que tenga impacto, el rumor debe ser creíble. En este caso, si pensamos que ya se había estrellado un tren en una estación de París y que no existía en las vivencias de los espectadores algo parecido porque era la primera vez que veían una proyección con movimiento, es totalmente creíble.

Hoy tenemos en frente un tren que, todo indica, sí puede cruzar las paredes. Un virus que sin mayor problema podría colapsar el sistema de salud en México, rebasando todas las estadísticas de mortalidad que hemos visto.

Los propagandistas de la 4T se comportan como aquellos que difundieron en París el rumor de que las personas salían corriendo del café por lo que veían. Tratan de desafiar las reglas de la naturaleza, la capacidad del ser humano de percibir con los cinco sentidos.

Si bien es posible que alguien se haya espantado ese día en el Café de París, los seres humanos estamos totalmente capacitados para distinguir la realidad de la fantasía. El cerebro distingue con claridad una imagen que no está en 3 dimensiones y a color, la desecha como por ser irreal. Si alguien corrió ese día, fue por sorpresa y no porque su cerebro haya sido timado.

Así estamos hoy en México. Tenemos acceso a información suficiente como para que nuestro cerebro deduzca que algo no está bien. El mundo entero difunde información sobre los cuidados que se tienen que tener y en México Andrés hace todo lo contrario, poniendo un ejemplo irresponsable. Todos sabemos que está mal, pero tratan de de minimizarlo pasando por encima de las voces internacionales de expertos que solo muestran señales de alarma. Defender al gobierno es, una vez más, una muestra de la disonancia cognitiva que han desarrollado. Lo defienden, lo quieren defender, pero saben que no está bien. Así surgen comparaciones ridículas con pandemias anteriores. Nos quieren vender la idea de que el pueblo mexicano es de alguna manera “superior”. Porque comemos tacos, por el color de la piel, porque se ha pasado por tanto.

Andrés el peor de todos, ayer publicó una cantidad anormal de videos abrazando y besando personas.

Está bien Andrés tu soberbia te dice que eres inmortal. Que tu calidad moral es la fuerza que te acompaña y te va a sacar de un posible contagio. Pero – y no lo deseo- si te llegarán a detectar un positivo de coronavirus, está en los videos a cuántas personas saludaste, a cuántas personas podrías haber contagiado. Quedaría cruelmente documentado que el responsable del país, fue el encargado de llevar de mano en mano, de beso en beso, el virus a diferentes poblaciones. Y tendrás que asumir tu responsabilidad.