Mientras este gobierno quiere desaparecer los organismos que se encargan de la transparencia para poder actuar a sus anchas se protegen con el escudo, que pareciera no desgastarse, de la víctima.

Pero ¿se puede ser víctima desde el poder?

La respuesta es sencilla: NO.

López Obrador se ha especializado en algo: en ser víctima de todo y todos. Pero ¿qué tan cierto es? sobre todo en este momento.

Empecemos por señalar que los organismos de Derechos Humanos internacionales reconocen dos tipos de víctimas:

  • Víctimas de delitos
  • Víctimas del abuso del poder.

Para poder justificar su “victimización” AMLO construye enemigos imaginarios, ¿por qué imaginarios? Porque en México el poder político y económico apoyan a la 4T.

De los tres poderes políticos que tenemos en el país uno lo representa él (ejecutivo), otro lo selecciona él y le es leal (judicial) y el último le reporta  a él (legislativo). Adicionalmente es el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas y hemos podido constatar la estrecha relación que tiene con los miembros del ejército.

¿Y el poder económico?

También está de su lado. De los hombres más ricos y poderosos de México, AMLO ha tenido especial cuidado en darles contratos en proyectos que significan mucho dinero para sus empresas y por lo tanto: lealtad.

En el listado que hace la revista Forbes, podemos ver que por lo menos los primeros cuatro hombres más ricos de México han participado y apoyado en mayor o menor medida a la 4T.

1.- Carlos Slim Helú- 52,100 millones de dólares

2.- Ricardo Salinas Pliego- 11,700 millones de dólares

3.- Germán Larrea- 11,000 millones de dólares

4.- Alberto Baillères- 6,400 millones de dólares

Entonces ¿cómo puede ser víctima en este contexto?

No puede: simplemente es retórica; el problema es que la retórica se alimenta de víctimas reales. De los millones de pobres que este país ha arrastrado desde hace décadas, de la corrupción e injusticias de gobiernos anteriores.

Por eso es fundamental para él y su retórica hablar todos los días, todo el tiempo de lo mismo: del periodo neoliberal. Así lo ha nombrado para poner un límite de tiempo y forma. Para poder darle una cara al enemigo y él salir lo menos raspado posible. Pero es totalmente falso, primero, porque la pobreza existía desde antes del neoliberalismo, al igual que la corrupción o la inseguridad.

Segundo porque él, su transformación y la mamá de Batman juntos no están haciendo más que empeorar esos problemas. En pocas palabras: están creando sus propias víctimas. Miles de niños que no tienen medicamentos, millones de personas que no tienen claro cuándo recibirán una vacuna o si van a tener una cama en un hospital si se enferman, cientos de familias que pierden familiares todos los días, papás y mamás que ven a sus hijos morir y que ahora su verdugo tiene una cara nueva, la cara de una transformación que lo único que transformó fue las formas: más cínicas, menos profesionales.

La 4T vende victimización y se cobra con contratos a familiares, favores, casas, aportaciones en efectivo y lo que falta. Este gobierno nos ha enseñado que es un gran negocio lucrar con el sentimiento de las verdaderas víctimas.